domingo, 3 de junio de 2012

Fuego y Leña

Luz y sombra, blanco y negro, vida y muerte, aire y vida, frio y calor, y por qué no, padre y madre.

Existen diferentes formas de entender el universo y la vida, es posible concebir los diferentes aspectos y entenderlos como contrarios, como opuestos, como complementarios o bien como los extremos de una misma vara.

Se puede entender el día opuesto a la noche, entenderlos como contrarios, uno de luz y otro de oscuridad, un sol para uno y una luna para el otro. Sin embargo podemos ir más allá y concebirlo como un proceso, una línea continua dentro de un ciclo.

Ni el día ni la noche aparecen de golpe, entenderlos así sería entenderlos fragmentariamente, casi como una fotografía de sus extremos. El día y la noche son uno solo; luego del medio día queda el calor sobre la tierra, el sol se mueve lentamente al horizonte, minuto a minuto la luz baja entrando a su vez lentamente el manto de la noche, el atardecer es una manera en que el día y la noche conviven para luego ceder definitivamente el tiempo a la oscuridad de la noche. La copa de la amargura y la copa dulce nos recuerdan el ciclo de la vida.

En el ser humano, la materia y el espíritu son de diferente naturaleza sin embargo se necesitan para existir tal como el fuego necesita la leña.

La materia sin espíritu sería como un barco sin tripulación, y el espíritu sin materia como un hombre sin nave con la cual navegar los océanos.  

Por un lado, de la materia podemos aprender y acumular datos, desprender información, calcular y concluir conocimientos, en ocasiones se podría tomar su temperatura y fragmentar. Por su parte, el espíritu va un paso más allá, con el imaginamos, pensamos y soñamos hacia donde podríamos llegar. Con el espíritu se ve lo que no es visible a los ojos.  Y por el contrario, el espíritu nos hace ir más allá, nos hace soportar el dolor de una herida si eso nos dirige hacia la verdad.

Aun en los kilotones de la materia de cuerpos celestes existen fuerzas invisibles que los rigen. Leyes, ciclos y órbitas gobiernan la dinámica cósmica. Aun una roca flotando en el espacio se encuentra regida por fuerzas invisibles.

Materia y espíritu, razón e intuición, conocimiento y sabiduría, ciencia y religión, dos columnas sobre las que se construyen el ser humano.

Esta eterna y compleja dualidad es el lugar de la eterna dinámica e interacción entre fuerzas energías activas y pasivas, entre fuerzas centrífugas y centrípetas. Es bajo esta naturaleza cósmica que se desarrolla la dinámica misma del universo y a la cual el ser humano también se encuentra sujeto.

Dicho esto, debemos trabajar en la construcción de nuestro propio camino, camino que es inaccesible si dejamos de lado un aspecto de la vida en preferencia de otro. La vida del ser humano no es sólo carne y huesos, no es sólo enfermedad y salud, el cuerpo es un vehículo, pero el espíritu el camino de imágenes y anhelos, de frustraciones y miedos, de pasiones y sueños donde nos disponemos a empujar y llevar más allá los límites de nuestro cuerpo.

A pesar de esto, hoy en día y como siempre, la naturaleza humana se haya confrontada a esta eterna dicotomía. Diferentes formas de vida rigen al ser humano, diferentes sociedades dan el poder a las mayorías o bien a unos pocos, los distintos modelos económicos se fundamentan en las personas o en el poder de éllas, diferentes culturas se desarrollan desde su historia o bien negándola.  

Actualmente, las diversas vertientes del conocimiento humano dan cuenta del conflicto dual entre el plano material y espiritual; con esto no se pretende afirmar que la satisfacción inmediata o la obtención de bienes materiales sea reprobable en sí, si no sólo cuando esta dimensión se privilegia en desmedro del plano espiritual, o bien cuando la reemplaza definitivamente.

Esto, generalmente ha derivado en una difusión de identidad, donde existe una dificultad para que el ser humano pueda construir una imagen de sí mismo integrando los aspectos material y espiritual.

Nuestro trabajo entonces, comienza primero en reconocer los diferentes aspectos de la vida y, sólo luego de ello, pretender integrarlos. 

El trabajo que nos queda entre materia y espíritu pretende aumentar sus puntos decontacto, reconectar la vida, y suturar punto a punto la escisión entre ciencia y religión, entre conocimiento y fé. Devolver al sujeto su experiencia.  




“Donde hay mucha luz la sombra suele ser profunda”  
Johann Wolfgang von Goethe
Poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán.